"La imprenta es un ejército de veintiséis soldados de plomo con el que se puede conquistar el mundo" Johannes Gensfleisch Gutenberg
Por Carla Bucchieri
Mucho tiempo ya ha pasado luego de que Johannes Gutenberg - inventor de la imprenta moderna- pronunciara aquellas palabras, pero aún sorprende que su expresión pudiera permanecer vigente a pesar de que ya han transcurrido más de 550 años de aquel hallazgo que ha revolucionado al mundo.
Desde tiempos muy remotos, los hombres han puesto todo su empeño en la fabricación de herramientas que permitiesen mejorar los procesos de comunicación. Con cada descubrimiento, la especie humana intentaría asegurar la propia subsistencia, transmitir su saber cultural a las futuras generaciones y organizar el espacio social y laboral, mientras tanto, las élites gobernantes encontrarían en estos conocimientos un pilar fundamental para acrecentar su poder. Así es que los papiros, que quizás hoy sólo sean para nosotros una pieza insignificante de museo, habían sido un elemento más que necesario para organizar grandes imperios en la antigüedad.
Ya varios siglos después, la falta de acceso a ciertos avances y conocimientos llegaría a su máxima expresión en la época medieval dominada por la Iglesia Cristiana, la cual había obstaculizado el acceso al saber como un intento de mantener el control e imponer su peculiar modo de entender el mundo.Así es que hoy, en pleno siglo XXI, nos cuesta imaginar que las cosas alguna vez fueron tan distintas; las diversas transformaciones políticas y económicas de las que somos producto han puesto en nuestras manos aquellos "bienes" tan preciados y tan negados durante siglos, pero sin lugar a dudas, el cambio no se hubiera producido si no nos encontráramos inmersos en un nuevo paradigma tecnológico: el de las Tecnologías de la Información y Comunicación. Casi sin notarlo, el universo de la información, de las imágenes y de los sentidos está a disposición de la mayoría de nosotros esperando que nos entreguemos a él. Los Medios Masivos de Comunicación han irrumpido en nuestras vidas con más fuerza que nunca, instalando en el inconsciente colectivo que la democracia y la libertad se han consolidado, en parte, gracias a ellos.
Por lo tanto, sería sumamente oportuno intentar respondernos algunas preguntas: ¿Realmente debemos dejar de preocuparnos por aquellos imperios que alguna vez nos privaron del saber? ¿Hemos conquistado el acceso a la información o se trata de un espejismo en medio del desierto? ¿Los medios realmente son un bien social o se encuentran al servicio de alguien más? ¿Podemos confiar en la objetividad de la información, o la expresión en sí misma ya es una falacia?
Éstos son tan sólo algunos de los interrogantes que desvelan hoy a los especialistas en comunicación y que también deberían preocuparnos a nosotros cada vez que encendemos la TV, sintonizamos la radio, navegamos en Internet o leemos los periódicos.
"Sólo hay impresiones": Los Mass Media y la ilusión de objetividad.
La mayoría de las personas no disponen del tiempo necesario para abordar volúmenes demasiado importantes de información y mucho menos tienen la capacidad de jerarquizarla y corroborarla. Las poblaciones de las grandes ciudades se encuentran en un estado de profunda enajenación debido a un sistema consumista que los lleva a experimentar una sensación de frustración constante por la falta de disponibilidad para cumplir con sus obligaciones y deseos.
Diariamente, gran parte de las personas deben asistir a su trabajo, lidiar con el tránsito y el transporte, atender vínculos familiares, cumplir con consejos médicos, asistir a compromisos sociales, respetar horas mínimas de descanso y esparcimiento... y como si ello no fuera suficiente, se les exige estar adecuadamente informados. Pero ¿cuánto podemos saber acerca de un mundo en el que no tenemos tiempo de participar?, ¿de qué elementos nos estamos valiendo para configurar nuestra noción de "realidad"? Por más que quisiéramos, no podemos estar en el lugar exacto en que suceden todos los hechos, de manera que para apropiarnos del mundo dependemos de alguien más. En esta sentido, algunos teóricos han puesto especial atención en el potencial socializador que tienen los Medios Masivos de Comunicación, también denominados Mass Media.
A pesar de que aún hablemos de la familia y la escuela como principales agentes socializadores, no podemos desconocer que las sucesivas transformaciones sociales han obligado a redefinir la función de estos espacios, dejando una especie de vacío que los medios se han ocupado de llenar; hoy ellos albergan la capacidad de influir notablemente en la internalización de normas, pautas de conducta social y valores, proceso que ya se inicia desde los primeros años de vida.
Por ello, aunque nos provoque cierta desilusión, la mayoría de las representaciones e impresiones que tenemos acerca de la vida y su significado no nacen naturalmente de nosotros, sino que están mediadas por las ideas que otros ya han tenido al respecto y que en forma encubierta se nos intentan imponer. Según Néstor García Canclini " Se concibe al poder comunicacional como atributo de un sistema monopólico que, administrado por las transnacionales y la burguesía, podría imponer los valores y opiniones dominantes al resto de las clases”. Por otra parte, Ezequiel Ander- Egg se ha referido muy bien acerca de "el mito de la objetividad" en los medios: "Con cierta frecuencia en la cabecera de los diarios debajo de la denominación del mismo se puede leer: Periódico independiente. Algunos creen que esa independencia existe y creen sobre todo que la información es imparcial y objetiva. Para los propietarios de estos medios interesa mucho presentarlos como neutrales y objetivos". Sin embargo, su expresión continúa para atender una cuestión fundamental: "ya no se trata simplemente de hacer dinero por medio de la información, se trata también de someter la información al poder del dinero".
No obstante, los medios cuentan con numerosas herramientas para desarrollar sus conceptos y potenciar su efecto de verdad. De acuerdo con ésto, las imágenes constituyen un recurso fundamental, ya que gracias a las nuevas tecnologías podemos observar los fenómenos casi en "vivo y en directo" y su contundencia hace que dudar de ellas sea casi como dudar de nosotros mismos. Sin embargo, no deberíamos confiar tan ciegamente en lo que vemos, según Roland Barthes: "A nivel de las comunicaciones de masas, parece evidente que el mensaje lingüístico esté presente en todas las imágenes", tal es así, que para el semiólogo no es muy apropiado hablar de una civilización de la imagen, sino todo lo contrario, nada mejor que un título, un epígrafe, o el comentario de un periodista, para condicionar su interpretación. Hay cosas que las imágenes por sí solas no nos pueden responder; la afirmación "ver para creer" ya no resulta muy acertada, la actual propuesta mediática ha invertido la ecuación: primero "creer" para luego "ver".
El mercado de la información
En estos últimos años se volvió recurrente escuchar a periodistas y analistas en comunicación decir que su profesión atraviesa un período crítico. Los oímos debatir sobre innumerables temáticas, pero que finalmente convergen en una misma cuestión: ya nada puede escapar a la lógica del mercado de consumo, y por deducción, los medios tampoco.
Uno de los principales problemas que estamos teniendo, es que en la mayoría de los países quienes dominan el sector de la comunicación son empresarios que tienen poco que ver con ésta. Según Ignacio Ramonet "En el caso de Francia, los tres industriales que controlan las comunicaciones son el principal distribuidor de agua del país, el principal constructor de autopistas y el principal productor de armas". Y lo más preocupante, tal como lo advierte Canclini es que "estas corporaciones concentran la capacidad de seleccionar e interpretar los acontecimientos históricos".
Para algunos analistas, por medio de dichas maniobras lo que se busca es obtener el consenso sobre temas relacionados con intereses imperialistas condicionando al público a aceptar propósitos que de otra manera no podrían ser alcanzables políticamente. Sin embargo, aún cuando el propietario del medio no pertenezca a otras industrias, también puede ocurrir que sus auspiciantes tengan intereses estratégicos más allá de sus ventas, influyendo notablemente en la recogida y jerarquización de las noticias.
Para completar este panorama, cabe destacar que el mayor control de la información proviene de agencias de noticias que distribuyen gran parte de los contenidos periodísticos que hay en circulación, más aún cuando se trata de acontecimientos internacionales. En estos casos, no basta con hacer comparaciones entre los canales de TV o consultar varios periódicos con el fin de asegurarnos diversidad en los puntos de vista, ya que estos medios a veces pertenecen a los escalones más bajos de la cadena informativa.

Así es que mientras las empresas se compran unas a otras y organizan sus agendas, las personas debemos lidiar con la supuesta obligación de asimilar una cantidad ininterrumpida de acontecimientos que son inmediatamente reemplazados por otros y condenados al olvido. No hay posibilidad de análisis profundo, ni de verificación. Los periódicos que suponen contener información valiosa y relevante al otro día ya han perdido su valor. Por eso, para Ignacio Ramonet, la sobreinformación también puede constituir un elemento de censura.
Hoy los medios son una parte esencial del sistema económico, actúan definiendo temáticas y estableciendo sus propios límites acerca de lo que pueda considerarse una "opinión respetable". Como consecuencia, cada vez más personas parecen sufrir los efectos nocivos de la manipulación, que se expresan a través de modificaciones en la conducta, miedos desproporcionados, ansiedad, deformación del sentido de realidad, agresividad y pérdida de sensibilidad por la exposición prolongada a contenidos inapropiados.
Un atentado "mediático"

Existen muchísimos antecedentes de manipulación en los medios, pero existió un caso que quisiera destacar por haber comprometido a la prensa a escala mundial. El 11 de septiembre de 2001 el mundo entero pudo presenciar una serie de acontecimientos que lo modificarían por completo; la versión oficial determinó que esa misma mañana varios aviones de pasajeros fueron secuestrados por terroristas para atacar distintos puntos de Estados Unidos. Los dos primeros impactaron en las Torres Norte y Sur del World Trade Center, en pleno centro de Nueva York, un tercer avión provocó daños en el Pentágono y finalmente, otro se estrelló en un campo abierto de Pensilvania.
Desde aquel entonces, muchos investigadores se han atrevido a cuestionar la veracidad de las explicaciones ofrecidas por la administración del presidente George Bush, argumentando la presencia de contradicciones, además de poner en evidencia que los intentos por capturar a los culpables de estos actos terroristas sirvieron como pretexto para poder invadir Afganistán e Irak.
Sin embargo, no es necesario desconfiar del relato oficial para analizar el rol desempeñado por las cadenas de noticias que no han hecho otra cosa que estimular el patriotismo, entendido como la misión de apoyar las decisiones del presidente y así justificar la guerra ante los ojos de la opinión pública.
Quien tuviera la posibilidad de consultar las portadas de los principales periódicos durante aquellos días, notaría la presencia de terminologías utilizadas en exceso y frases tendenciosas que en primera instancia logran infundir el pánico y sembrar el terror en cada rincón del planeta. A su vez, titulares como "Alerta mundial por el más grave atentado de la historia" o (...) el mundo en alerta máxima" constituyeron una invitación a sentir miedo e identificarse con el dolor del pueblo norteamericano. Sin embargo, cuando ocurren fenómenos de similar naturaleza en otras naciones, estas emociones no aparecen y los hechos son presentados como lejanos al público. Por tales motivos, el 11 de septiembre de 2012 el entonces presidente de Irán Mahmud Ahmadineya, acusó a los medios de comunicación occidentales de haber orquestado una "campaña mediática" sobre los atentados en Estados Unidos e "ignorar" a más de un millón de muertos en las guerras de Afganistán e Irak. Dijo que "(...) Las fuerzas estadounidenses no estarían en Afganistán, Irak y el Golfo Pérsico, si no fuera por la cobertura de los medios de comunicación". Para el ex presidente iraní, la mayor parte de los acontecimientos que rodearon los atentados del 11S fueron una operación mediática y se preguntó "¿Por qué los medios que provicaron los sentimientos y emociones en los incidentes del 11 de septiembre permanecen en silencio en relación con más de un millón de víctimas asesinadas tras los ataques ( a Afganistán e Irak)" Y añadió: "Hoy los medios no regulan ya las relaciones entre humanos, sino que se han convertido en sistemas de dominación y para conseguir poder".
Sin lugar a dudas, la información tiene mucho más valor del que nos podríamos haber imaginado. La guerra iniciada en Afganistán con el pretexto de derrotar a los talibanes y capturar a Bin Laden, líder de Al Qaeda, necesitó de la cobertura mediática para su legitimación.
Existen otras verdades que los noticieros al parecer omitieron, ya que estos sucesos han dejado mucho más que muertos, heridos, daños económicos y edificios derrumbados. A partir de lo que hemos conocido como el "peor atentado de la historia" Estados Unidos pudo invadir países como Afganistán -principal productor de heroína en el mundo-, e irak- conocido por sus reservas en petróleo-, el mercado legal e ilegal de armas se reactivó notoriamente y según un informe elaborado en 2003 por BBCmundo.com, un sin fin de corporaciones como Halliburton o Betchel, ya se estaban repartiendo el "botín" para reconstruir la devastación que la guerra provocó.
A su vez, el orden internacional había cambiado para siempre, algunos países destinaron parte de su presupuesto en financiar la guerra contra el terrorismo y se impulsaron nuevas leyes, como la polémica ley antiterrorista -también aprobada en Argentina- y que según sus detractores atenta contra la libre expresión, promueve el espionaje y permite criminalizar conductas que nada tienen que ver con el terrorismo.
Así es que para sintetizar el papel de los medios en esta ocasión, nada mejor que tener en cuenta las palabras de Herbert Schiller, quien asegura que actualmente los medios inciden en la vida de la gente notablemente y que por ello "es esencial que conozcamos al menos algo de su funcionamiento". El sociólogo no se equivocaba cuando aseguraba que "el aparato que de comunicación que estos gigantes industriales tienen a su disposición, proporciona la metodología sin la cual la nueva oleada imperial sería ineficaz".
Apostando al futuro: Redefinir la función de los medios.
Como hemos visto, no es nuevo el hecho de que los hombres deban lidiar con otros para acceder libremente al conocimiento. Cuando a fines de la Edad Media la iglesia perdió su poder, el iluminismo llegaría para liberarnos de aquellas ataduras por medio de "la razón", pero aún así no fue suficiente para garantizarnos el acceso a la verdad y el saber. Hemos obtenido grandes logros, pero continuamos siendo gobernados por las "verdades" de unos pocos, por nuestro propio sentido común que en realidad no nos es del todo propio.
A pesar de que los teóricos concuerden en que los medios tienen "efectos limitados", no cabe duda de que ellos poseen las condiciones necesarias para influir notablemente en la sociedad y que además, disponen de múltiples estrategias para lograr imponer estas "verdades". Pero afortunadamente su función no siempre se ve reducida a los mecanismos de manipulación y control, sino todo lo contrario, su verdadero sentido es acercarnos la realidad social cotidiana y facilitarnos la información necesaria para mejorar nuestra calidad de vida.
El periodismo puede ser esencial para brindarnos datos útiles, ayudarnos a controlar la labor de las clases dirigentes, defender los derechos humanos y difundir causas nobles. Para Ander- Egg un medio cumple con su finalidad si además "(...) sirve para el desarrollo de la conciencia social, proporcionando elementos para que la gente del pueblo sea protagonista". Para que esto sea posible, como ciudadanos debemos exigir una agenda propia, que jerarquice la información a partir de nuestras necesidades como sociedad y no como objetos de consumo.
Por otra parte, no todo debe reducirse a los intentos de estandarización por parte del mercado, para García Canclini "gracias a Internet es fácil saber cómo ven cada asunto los diarios, la radio y la televisión de otros lugares", de manera que contamos con una poderosa herramienta de contrainformación.
Como última reflexión, considero que del mismo modo en que los periodistas se ocupan de indagar los hechos, como sociedad tenemos la responsabilidad de indagar a los periodistas ya los medios que los emplean, para intentar descubrir la presencia de intereses que puedan interferir en la construcción de sus mensajes.
Es vital recordar que la información no es necesariamente fiable porque se escucha en la radio, se ve en la TV, o se lee en los diarios... tenemos derecho a dudar de ella tal como lo hacemos cuando encontramos un sitio nuevo en Internet. Pero sin lugar a dudas, nada sería posible sin nuestra participación y complicidad porque "Si el negocio de la información dejara de ser creíble.... dejaría de ser negocio".
Bibliografía
- ANDER- EGG, Ezequiel "Periodismo Popular". Buenos Aires: Instituto de Ciencias Sociales Aplicadas. 1993.
- BREY, Roberto "Estrategias de comunicación con los medios". Buenos Aires: Prensa Libre. 2011.
- COMBA, Silvana/ TOLEDO, Edgardo. "Comunicación y Periodismo: Entrevistas sobre tecnologías, identidades, culturas" Buenos Aires, La Crujía, 2011.
- FRÉDÉRIC, Babier/ Caterine Bertho Lavenir. "Historia de los Medios: de Diderot a Internet". Buenos Aires: Colihue, 2007.
- GARCÍA CANCLINI, Néstor. "Lectores, espectadores e internautas", Gedisa. 2007.
- MAGNANI, Esteban. "Historia de la comunicación". Buenos Aires: Capital intelectual, 2009.
Más información:
"Sólo hay impresiones": Los Mass Media y la ilusión de objetividad.
La mayoría de las personas no disponen del tiempo necesario para abordar volúmenes demasiado importantes de información y mucho menos tienen la capacidad de jerarquizarla y corroborarla. Las poblaciones de las grandes ciudades se encuentran en un estado de profunda enajenación debido a un sistema consumista que los lleva a experimentar una sensación de frustración constante por la falta de disponibilidad para cumplir con sus obligaciones y deseos.
Diariamente, gran parte de las personas deben asistir a su trabajo, lidiar con el tránsito y el transporte, atender vínculos familiares, cumplir con consejos médicos, asistir a compromisos sociales, respetar horas mínimas de descanso y esparcimiento... y como si ello no fuera suficiente, se les exige estar adecuadamente informados. Pero ¿cuánto podemos saber acerca de un mundo en el que no tenemos tiempo de participar?, ¿de qué elementos nos estamos valiendo para configurar nuestra noción de "realidad"? Por más que quisiéramos, no podemos estar en el lugar exacto en que suceden todos los hechos, de manera que para apropiarnos del mundo dependemos de alguien más. En esta sentido, algunos teóricos han puesto especial atención en el potencial socializador que tienen los Medios Masivos de Comunicación, también denominados Mass Media.
Ander- Egg "(...) Para los propietarios de estos medios, interesa mucho presentarlos como neutrales y objetivos"
A pesar de que aún hablemos de la familia y la escuela como principales agentes socializadores, no podemos desconocer que las sucesivas transformaciones sociales han obligado a redefinir la función de estos espacios, dejando una especie de vacío que los medios se han ocupado de llenar; hoy ellos albergan la capacidad de influir notablemente en la internalización de normas, pautas de conducta social y valores, proceso que ya se inicia desde los primeros años de vida.
Por ello, aunque nos provoque cierta desilusión, la mayoría de las representaciones e impresiones que tenemos acerca de la vida y su significado no nacen naturalmente de nosotros, sino que están mediadas por las ideas que otros ya han tenido al respecto y que en forma encubierta se nos intentan imponer. Según Néstor García Canclini " Se concibe al poder comunicacional como atributo de un sistema monopólico que, administrado por las transnacionales y la burguesía, podría imponer los valores y opiniones dominantes al resto de las clases”. Por otra parte, Ezequiel Ander- Egg se ha referido muy bien acerca de "el mito de la objetividad" en los medios: "Con cierta frecuencia en la cabecera de los diarios debajo de la denominación del mismo se puede leer: Periódico independiente. Algunos creen que esa independencia existe y creen sobre todo que la información es imparcial y objetiva. Para los propietarios de estos medios interesa mucho presentarlos como neutrales y objetivos". Sin embargo, su expresión continúa para atender una cuestión fundamental: "ya no se trata simplemente de hacer dinero por medio de la información, se trata también de someter la información al poder del dinero".
No obstante, los medios cuentan con numerosas herramientas para desarrollar sus conceptos y potenciar su efecto de verdad. De acuerdo con ésto, las imágenes constituyen un recurso fundamental, ya que gracias a las nuevas tecnologías podemos observar los fenómenos casi en "vivo y en directo" y su contundencia hace que dudar de ellas sea casi como dudar de nosotros mismos. Sin embargo, no deberíamos confiar tan ciegamente en lo que vemos, según Roland Barthes: "A nivel de las comunicaciones de masas, parece evidente que el mensaje lingüístico esté presente en todas las imágenes", tal es así, que para el semiólogo no es muy apropiado hablar de una civilización de la imagen, sino todo lo contrario, nada mejor que un título, un epígrafe, o el comentario de un periodista, para condicionar su interpretación. Hay cosas que las imágenes por sí solas no nos pueden responder; la afirmación "ver para creer" ya no resulta muy acertada, la actual propuesta mediática ha invertido la ecuación: primero "creer" para luego "ver".
El mercado de la información
En estos últimos años se volvió recurrente escuchar a periodistas y analistas en comunicación decir que su profesión atraviesa un período crítico. Los oímos debatir sobre innumerables temáticas, pero que finalmente convergen en una misma cuestión: ya nada puede escapar a la lógica del mercado de consumo, y por deducción, los medios tampoco.
Uno de los principales problemas que estamos teniendo, es que en la mayoría de los países quienes dominan el sector de la comunicación son empresarios que tienen poco que ver con ésta. Según Ignacio Ramonet "En el caso de Francia, los tres industriales que controlan las comunicaciones son el principal distribuidor de agua del país, el principal constructor de autopistas y el principal productor de armas". Y lo más preocupante, tal como lo advierte Canclini es que "estas corporaciones concentran la capacidad de seleccionar e interpretar los acontecimientos históricos".
Para algunos analistas, por medio de dichas maniobras lo que se busca es obtener el consenso sobre temas relacionados con intereses imperialistas condicionando al público a aceptar propósitos que de otra manera no podrían ser alcanzables políticamente. Sin embargo, aún cuando el propietario del medio no pertenezca a otras industrias, también puede ocurrir que sus auspiciantes tengan intereses estratégicos más allá de sus ventas, influyendo notablemente en la recogida y jerarquización de las noticias.
Para completar este panorama, cabe destacar que el mayor control de la información proviene de agencias de noticias que distribuyen gran parte de los contenidos periodísticos que hay en circulación, más aún cuando se trata de acontecimientos internacionales. En estos casos, no basta con hacer comparaciones entre los canales de TV o consultar varios periódicos con el fin de asegurarnos diversidad en los puntos de vista, ya que estos medios a veces pertenecen a los escalones más bajos de la cadena informativa.

N. García Canclini: "Estas corporaciones concentran la capacidad de seleccionar e interpretar los acontecimientos históricos".
Así es que mientras las empresas se compran unas a otras y organizan sus agendas, las personas debemos lidiar con la supuesta obligación de asimilar una cantidad ininterrumpida de acontecimientos que son inmediatamente reemplazados por otros y condenados al olvido. No hay posibilidad de análisis profundo, ni de verificación. Los periódicos que suponen contener información valiosa y relevante al otro día ya han perdido su valor. Por eso, para Ignacio Ramonet, la sobreinformación también puede constituir un elemento de censura.
Hoy los medios son una parte esencial del sistema económico, actúan definiendo temáticas y estableciendo sus propios límites acerca de lo que pueda considerarse una "opinión respetable". Como consecuencia, cada vez más personas parecen sufrir los efectos nocivos de la manipulación, que se expresan a través de modificaciones en la conducta, miedos desproporcionados, ansiedad, deformación del sentido de realidad, agresividad y pérdida de sensibilidad por la exposición prolongada a contenidos inapropiados.
Un atentado "mediático"

Existen muchísimos antecedentes de manipulación en los medios, pero existió un caso que quisiera destacar por haber comprometido a la prensa a escala mundial. El 11 de septiembre de 2001 el mundo entero pudo presenciar una serie de acontecimientos que lo modificarían por completo; la versión oficial determinó que esa misma mañana varios aviones de pasajeros fueron secuestrados por terroristas para atacar distintos puntos de Estados Unidos. Los dos primeros impactaron en las Torres Norte y Sur del World Trade Center, en pleno centro de Nueva York, un tercer avión provocó daños en el Pentágono y finalmente, otro se estrelló en un campo abierto de Pensilvania.
Desde aquel entonces, muchos investigadores se han atrevido a cuestionar la veracidad de las explicaciones ofrecidas por la administración del presidente George Bush, argumentando la presencia de contradicciones, además de poner en evidencia que los intentos por capturar a los culpables de estos actos terroristas sirvieron como pretexto para poder invadir Afganistán e Irak.
Sin embargo, no es necesario desconfiar del relato oficial para analizar el rol desempeñado por las cadenas de noticias que no han hecho otra cosa que estimular el patriotismo, entendido como la misión de apoyar las decisiones del presidente y así justificar la guerra ante los ojos de la opinión pública.
Quien tuviera la posibilidad de consultar las portadas de los principales periódicos durante aquellos días, notaría la presencia de terminologías utilizadas en exceso y frases tendenciosas que en primera instancia logran infundir el pánico y sembrar el terror en cada rincón del planeta. A su vez, titulares como "Alerta mundial por el más grave atentado de la historia" o (...) el mundo en alerta máxima" constituyeron una invitación a sentir miedo e identificarse con el dolor del pueblo norteamericano. Sin embargo, cuando ocurren fenómenos de similar naturaleza en otras naciones, estas emociones no aparecen y los hechos son presentados como lejanos al público. Por tales motivos, el 11 de septiembre de 2012 el entonces presidente de Irán Mahmud Ahmadineya, acusó a los medios de comunicación occidentales de haber orquestado una "campaña mediática" sobre los atentados en Estados Unidos e "ignorar" a más de un millón de muertos en las guerras de Afganistán e Irak. Dijo que "(...) Las fuerzas estadounidenses no estarían en Afganistán, Irak y el Golfo Pérsico, si no fuera por la cobertura de los medios de comunicación". Para el ex presidente iraní, la mayor parte de los acontecimientos que rodearon los atentados del 11S fueron una operación mediática y se preguntó "¿Por qué los medios que provicaron los sentimientos y emociones en los incidentes del 11 de septiembre permanecen en silencio en relación con más de un millón de víctimas asesinadas tras los ataques ( a Afganistán e Irak)" Y añadió: "Hoy los medios no regulan ya las relaciones entre humanos, sino que se han convertido en sistemas de dominación y para conseguir poder". Sin lugar a dudas, la información tiene mucho más valor del que nos podríamos haber imaginado. La guerra iniciada en Afganistán con el pretexto de derrotar a los talibanes y capturar a Bin Laden, líder de Al Qaeda, necesitó de la cobertura mediática para su legitimación.
Existen otras verdades que los noticieros al parecer omitieron, ya que estos sucesos han dejado mucho más que muertos, heridos, daños económicos y edificios derrumbados. A partir de lo que hemos conocido como el "peor atentado de la historia" Estados Unidos pudo invadir países como Afganistán -principal productor de heroína en el mundo-, e irak- conocido por sus reservas en petróleo-, el mercado legal e ilegal de armas se reactivó notoriamente y según un informe elaborado en 2003 por BBCmundo.com, un sin fin de corporaciones como Halliburton o Betchel, ya se estaban repartiendo el "botín" para reconstruir la devastación que la guerra provocó.
A su vez, el orden internacional había cambiado para siempre, algunos países destinaron parte de su presupuesto en financiar la guerra contra el terrorismo y se impulsaron nuevas leyes, como la polémica ley antiterrorista -también aprobada en Argentina- y que según sus detractores atenta contra la libre expresión, promueve el espionaje y permite criminalizar conductas que nada tienen que ver con el terrorismo.
Así es que para sintetizar el papel de los medios en esta ocasión, nada mejor que tener en cuenta las palabras de Herbert Schiller, quien asegura que actualmente los medios inciden en la vida de la gente notablemente y que por ello "es esencial que conozcamos al menos algo de su funcionamiento". El sociólogo no se equivocaba cuando aseguraba que "el aparato que de comunicación que estos gigantes industriales tienen a su disposición, proporciona la metodología sin la cual la nueva oleada imperial sería ineficaz".
Apostando al futuro: Redefinir la función de los medios.
Como hemos visto, no es nuevo el hecho de que los hombres deban lidiar con otros para acceder libremente al conocimiento. Cuando a fines de la Edad Media la iglesia perdió su poder, el iluminismo llegaría para liberarnos de aquellas ataduras por medio de "la razón", pero aún así no fue suficiente para garantizarnos el acceso a la verdad y el saber. Hemos obtenido grandes logros, pero continuamos siendo gobernados por las "verdades" de unos pocos, por nuestro propio sentido común que en realidad no nos es del todo propio. A pesar de que los teóricos concuerden en que los medios tienen "efectos limitados", no cabe duda de que ellos poseen las condiciones necesarias para influir notablemente en la sociedad y que además, disponen de múltiples estrategias para lograr imponer estas "verdades". Pero afortunadamente su función no siempre se ve reducida a los mecanismos de manipulación y control, sino todo lo contrario, su verdadero sentido es acercarnos la realidad social cotidiana y facilitarnos la información necesaria para mejorar nuestra calidad de vida.
El periodismo puede ser esencial para brindarnos datos útiles, ayudarnos a controlar la labor de las clases dirigentes, defender los derechos humanos y difundir causas nobles. Para Ander- Egg un medio cumple con su finalidad si además "(...) sirve para el desarrollo de la conciencia social, proporcionando elementos para que la gente del pueblo sea protagonista". Para que esto sea posible, como ciudadanos debemos exigir una agenda propia, que jerarquice la información a partir de nuestras necesidades como sociedad y no como objetos de consumo.
Por otra parte, no todo debe reducirse a los intentos de estandarización por parte del mercado, para García Canclini "gracias a Internet es fácil saber cómo ven cada asunto los diarios, la radio y la televisión de otros lugares", de manera que contamos con una poderosa herramienta de contrainformación.
Como última reflexión, considero que del mismo modo en que los periodistas se ocupan de indagar los hechos, como sociedad tenemos la responsabilidad de indagar a los periodistas ya los medios que los emplean, para intentar descubrir la presencia de intereses que puedan interferir en la construcción de sus mensajes.
Es vital recordar que la información no es necesariamente fiable porque se escucha en la radio, se ve en la TV, o se lee en los diarios... tenemos derecho a dudar de ella tal como lo hacemos cuando encontramos un sitio nuevo en Internet. Pero sin lugar a dudas, nada sería posible sin nuestra participación y complicidad porque "Si el negocio de la información dejara de ser creíble.... dejaría de ser negocio".
Bibliografía
- ANDER- EGG, Ezequiel "Periodismo Popular". Buenos Aires: Instituto de Ciencias Sociales Aplicadas. 1993.
- BREY, Roberto "Estrategias de comunicación con los medios". Buenos Aires: Prensa Libre. 2011.
- COMBA, Silvana/ TOLEDO, Edgardo. "Comunicación y Periodismo: Entrevistas sobre tecnologías, identidades, culturas" Buenos Aires, La Crujía, 2011.
- FRÉDÉRIC, Babier/ Caterine Bertho Lavenir. "Historia de los Medios: de Diderot a Internet". Buenos Aires: Colihue, 2007.
- GARCÍA CANCLINI, Néstor. "Lectores, espectadores e internautas", Gedisa. 2007.
- MAGNANI, Esteban. "Historia de la comunicación". Buenos Aires: Capital intelectual, 2009.
Más información:
"Engaño global": una película italiana sobre los atentados del 11 de septiembre.



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